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Poema ganador VI Premio Nacional de Poesía "Poeta de Cabra", 2018

AMARGO SOLO amargo solo sobre el cielo de la boca tu nombre : así es como estoy yo sin ti, amor, con el mismo dolor de siempre. sin embargo, incansables, nos dirigimos al encuentro del momento aquel en el que algún hombre se empeñó en dictarnos y en ciertos sitios y a ciertas horas, solos volvemos al camino donde la bala entre los labios y el hueco en la sien : solo tenéis que mirar cuánto dolor hay ahí afuera y aún así, aun llegado a ese punto, no sabemos realmente qué coño decir y lo peor de todo es que a muchos de nosotros nos concierne : no se puede estar con una mano agarrando la teta de una puta y con la otra vigilando la cartera. confieso, inútilmente, que yo no he venido a este mundo para ser carnaza de nada, ni de nadie. —digamos que no soy de esos que por naturaleza rechaza a las flores, sino que me gustan aquellas que crecen al borde de la locura— ; bueno, y si no os gusta lo que oís, lo diré

Poema ganador I Premio Nacional de Poesía "Poeta de Cabra", 2013




SEBASTIAN SE LAMENTA ANTE CHARLES
BAJO EL CIELO DE BRIDESHEAD


“April is the cruellest month, breeding
Lilacs out of the dead land…”
T. S. Eliot



Puedes tumbarte de nuevo sobre el piso
y dejar de cubrirte las partes pudendas
como si fueras una madonna del Quattrocento italiano.
Ha tardado, pero gracias a Dios se ha ido,
la dulce Cordelia, mensajera de Mercurio
con las mismas nuevas viejas de Londres.
Lamento que conozcas a mi afectada familia
a calzón quitado, pero así se escribe la historia,
muchas veces en posturas nada edificantes.


Mas, si ella procura afectar que no le importa
cómo se dora al sol tu agnóstico trasero,
¿a quién le va a importar tu piel tan blanca?
El miedo te ha cortado un traje a tu medida.


Llegará un día, Charles, querido,
que echaremos de menos esta luz de la campiña,
el sabor de las fresas bajo el roble,
la sonrisa triste de Aloysius dormido a la sombra.


Habremos dicho adiós a esta dulce Arcadia,
en la que hoy, para nuestro gozo, nos amamos,
y seremos náufragos de la tormenta,
cristales rotos en las desembocaduras
por un vendaval de tiempo y hierro.


No en vano somos efímeros.
Y nuestro amor, como la lluvia de abril,
es pertinaz en su abundancia,
antes de la llegada del solsticio terrible del verano.


Bajo la cruda luz del día
en que no me conozcas y no te conozcas
más,
no olvides nunca cuánto han amado nuestras bocas
el agridulce sabor del deseo compartido.


Si te es posible,
no me niegues tres veces.
Que al desenlazarse nuestras manos,
cuando nos arrastren las lluvias del otoño
hacia otros brazos donde añorarnos puros,
un tirón de hilo nos amarre fuertes
cerca
y lejos.


En la terrible fiereza del invierno,
no seremos ya más este rescoldo de luz
que hoy avivan tenaces nuestras lenguas,
sino recuerdo de horas dulces,
de suaves vinos,
de icor de madreperlas.


Ahora que aún sabes quién eres
y quién soy yo, sin los ropajes del tiempo,
brindemos por el olvido futuro
con nuestros besos de abril
entre las lilas.




©  Jesús Jiménez Reinaldo

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